Cuando salió del espejo, lo primero que escuchó fue un ruido de agua corriente que provenía del exterior. Después miró despacio la habitación, que se le aparecía desenfocada, como cuando se despierta de un sueño en mitad de la madrugada y la oscuridad tarda un poco en apartarse de los ojos.
Fue reconociendo los muebles, los colores, los aromas. Le agradó sentir el tacto frío del suelo despertando sus pies descalzos y agradeció el oscuro desconocimiento del paradero de sus zapatos.
Acto seguido, notó la tela del vestido rojo que la separaba de la desnudez. «Rojo», pensó, y no pudo detener un cierto sobresalto que cruzó la aureola de sus pechos al recordar lo sucedido en el otro lado.
Sacudió la cabeza como espantando los mosquitos del pasado y se reviso concienzudamente en busca de pétalos, naipes, rosas, sombreros, hongos, tazas de té, pelos de conejo o cualquier otro resto que delatara su aventura.
Se palpó la cara y los labios en busca de no sé qué señales de besos que recordaba haber sentido, se mesó los cabellos para enturbiar la sensación que tenía de que se habían zambullido en ellos otras manos. Alisó su vientre, repasó sus caderas, calmó sus senos. Y escuchó atentamente los latidos de su corazón, por si la llamaban con la voz de algún nombre extraño.
No encontró nada, ningún rastro peligroso, salvo esa mezcla de angustia y alivio que antecede a la duda. A la incertidumbre de no saber si las cosas extraordinarias que nos ocurren han sido reales o somos víctimas de un sueño. Pero todo parecía estar tal y como lo dejó. Sintió que era ella misma otra vez y que había conseguido salir indemne.
Pero no se puede, querida, no hay manera de salir ileso, porque nadie es inmune a la fantasía, porque nadie está a salvo de los sueños. Y aunque pudieras tapar tu parte para olvidarlo todo y sellar la puerta de la inquietud, cuando se te cierren los ojos, tu reflejo regresará ingrávido a la luz con la que brilló en este lado del espejo.
Yo no puedo salir intacto, necesito quedarme dentro. Aunque todas las noches espero que vengas a mi fiesta de no-cumpleaños.