La noticia de mi nominación a los premios Carabiru me ha sorprendido sobremanera. He visto el mensaje que me anunciaba el premio y, rápidamente, he saltado al post en el que se hacía público. Y sí, ahí estaba mi nombre subrayado, en pleno discurso de agradecimiento del ganador.

No me gustan los premios, tengo que reconocerlo, porque siempre son injustos. Nunca están, nunca, todos los que son y, a veces, se cuela alguno que no debería estar. Esto me recuerda que tengo pendiente una reflexión sobre el asunto de las listas y los múltiplos de cinco.

Siempre son injustos porque recortan la realidad y la despojan, precisamente, de los matices que la hacen tan interesante. Siempre son injustos porque es imposible evitar que sean subjetivos, porque los gustos personales acaban prevaleciendo sobre cualquier otro criterio. Siempre son injustos porque tratan de distinguir lo indistinguible, porque intentan simplificar lo esencialmente complejo.

La inmensa mayoría de los cocteleros/as no escribimos para ganar premios. Nuestra recompensa va desde el simple —pero no menos importante—desahogo, hasta las reflexiones más profundas sobre nosotros mismos y sobre el mundo, navegando siempre en la corriente de empatía que se produce al encontrar personas afines en algún sentido, quiénes acaban siendo, en el más pleno significado de la palabra, amigos/as.

Sin embargo, nos gusta recibirlos. Nos halaga, más que el premio en sí, el hecho de que se hayan acordado de nosotros. Y además, generalmente, en términos sonrojadoramente elogiosos. Mi premio no sólo está en haber sido elegido, sino en que, alguien que sabe escribir con el humor, la ternura y la capacidad de transmisión con que lo hace mi amigo Now, diga que soy un «magnífico poeta». Aunque ya se sabe que, todos los piropos que nos regalan, siempre son varias tallas más grandes que la nuestra.

Voy compartir el premio con cinco de los amigos que siempre leo, y quiero dedicárselo a los otros muchos a quienes no puedo nominar por la limitación que las bases del concurso imponen. Todos aquellos/as que leo, en La Coctelera y fuera de ella, nominados o no, deben saber que lo hago por el puro gusto de leerlos, porque me llegan sus palabras, sus ideas o sus emociones. Y, generalmente, las tres cosas juntas.

Comparto este premio con Locaporlaluna, por su locura, por su luna, por su escoba, porque rebosa poesía y porque me regaló un hechizo que, al final, no tuve valor para poner en práctica. Con Flor de loto, porque sabe cómo detener el tiempo en instantes y nos hace mirar hacia la superficie de su estanque ovalado para ver, asombrados, todos los secretos de las imágenes que se reflejan en él.

Sigo compartiendo el premio con Fernando, porque sabe conjugar de forma magistral imagen y palabra, poesía y relato; porque siempre tiene en las teclas una palabra amable preparada. Además, añado a Poedía a la lista porque sabe retratar los instantes, las emociones, capturarlas en palabras y servirlas en bandeja con guarnición de poesía propia y ajena.

Termino la lista con Cavilante, porque su otra mirada me cautiva, porque descubre la realidad desde ángulos que invitan a la sensación, a la reflexión e, incluso, a la investigación, con una forma de escribir sólida, sencilla y muy elegante. Y porque admiro cómo domina el complicado arte de poner las comas en su sitio.

Estoy seguro que el resto de mis amigos/as aparecerán nominados en breve, en cuánto se corra la voz de este meme.

Y acabo ahora el asunto Carabiru, colocando la letra pequeña:

A) Si eres el/la afortunado/a, deberás escribir un post donde indiques cinco blogs que te hacen reaccionar o a quienes sigues por múltiples razones. Ellos, a su vez, seguirán la cadena y formarán una unión virtual digna de admiración.

B) Haz un enlace a este post para que aparezca quien te otorgó a ti el premio y en qué entrada.

C) Disfruta de tu premio. De verdad, es un auténtico orgullo que alguien reconozca, con un simple signo, tu pequeña aportación en este mundo tan inmenso.