Hay veces que me asusta mirarme en el cuadro, en ese que me regalaron los amigos. Ellos decían que salía favorecido, distinto. Con la piel más lisa y el pelo más negro. Con cara tranquila, como de saber bien lo que hago.

Después, pasado el tiempo, el cuadro fue cambiando. Envejecía, se arrugaba, exageraba los gestos y palidecía de miedo a ser descubierto por otros ojos distintos a los míos.

Yo me veía igual, idéntico, siempre con la suerte de cara y con el rostro pausado que se tiene cuando se aparenta no haber roto nunca un plato. Pero ya no miraba el cuadro y sus defectos, que eran los míos sin que yo quisiera saberlo. Lo tenía tapado con un velo translúcido, de esos que no dejan pasar más luz que la que envuelve las sombras.

Prefería mirarme en el espejo de otros ojos más cálidos, menos inquietos. Ojos que me devolvían en la imagen un cierto misticismo intrépido que, reconozco, me sentaba bien y por eso adoraba creérmelo.

Es tan fácil engañarse, verse siempre como uno cree ser, omitir los dobleces y las arrugas y tersar la piel imaginaria que nos cobija. Pensarse desnudo y fuerte, como vestidura resistente a la fragilidad que nos encoge por dentro la vida.

Y es tan sutil el velo, tan etéreo, tan sencillo romperlo, que, queriendo o sin querer, el propio o el de los demás, se rasga con facilidad ante cualquier contratiempo, justo por el sitio exacto que más quisiéramos tapar.

Corro a remendarlo, no es inútil mantenerlo puesto. Para ocultarme de los demás, también, claro, pero, sobre todo, de mí mismo. Para poder inventarme y ser otro que me guste más, aunque no exista.

Hay algo de ese cuadro en todos los cuadros que pinto. Por más que me empeño en mirar lejos, a otro lado, apenas llego más allá de donde alcanzan mis manos. Ahí empiezo el irremisible viaje hacia dentro. Al menos tengo el abrigo de la literatura y nadie nota que me pinto muy mal.

Aunque hay veces que me asusta mirarme en el cuadro, lo que me hace temblar es que tú lo mires. Porque tú me conoces, por lo menos un poquito, y contigo no me puedo engañar.