Apenas me queda tiempo ni memoria para revivir los años en que no te conocía. Apenas tengo interés en hacerlo, salvo por halagarte y dejarte contemplar tu obra. Apenas puedo respirar fuera de tus recuerdos.

No es que desprecie ese tiempo, no. Es, tan sólo, que no consigo creérmelo. Que no reconozco mi nombre en otros labios. Que se me empañan las gafas cuando miran tan a lo lejos. Que no quiero volver.

Aquel fue el primer día de mi vida. Tal vez, por eso, te tengo siempre conmigo; por si un golpe de mala fortuna o un error imprevisto me mandan a sitios indeseables, que tú seas quien me reciba al regreso. O quien me cierre los ojos, si no vuelvo.