Tres meses y tres días, dando vueltas a la cabeza, llevo de retraso. Preparando un regalo que quiero hacerte con las palabras más hermosas que se hayan inventado.

Las busco fijándome en tus ojos cada noche de las que me miras en el espejo y escuchando en tu voz el sonido inconfundible de la alegría. Pero no hay palabras suficientes que expliquen los milagros.

Por eso he decidido regalarte para siempre mi color y pintarte con las manos desnudas una ventana abierta que te sople en el corazón.

Quiero perderme en tu sonrisa, porque es un paisaje inmenso en el que cabemos todos de sobra. Déjame hacer contigo castillos en la arena del espejo y acepta, sonriendo, estas palabras como si fuese esta noche del año la única noche de reyes y magos.

Ya estoy preparando algo para que tu siguiente cumpleaños no me sorprenda sin regalos en la mano. A ver si mientras tanto, encuentro a tiempo palabras, que te guste oír conmigo en la voz alta de tus labios.

Tengo el camello en doble fila y me esperan los otros magos. ¡Qué lío tengo esta noche! Perdona si no puedo quedarme más rato.