Yo, fulano de tal, desconocido a veces hasta para mí mismo, de profesión contador de cuentos y compañero de juegos a sueldo, a la tierna edad de cuarenta y tantos años, con domicilio en Instanteca, provincia de La Coctelera…

Expongo: Que aunque comencé escribiendo en el citado blog apremiado por el puro gusto de hacerlo, por la delicia agridulce que me supone traducir en palabras mis pensamientos, por el placer de compartir las canciones que me arrebatan y por el regocijo de desordenar en la memoria mis más misteriosos instantes perdidos, he descubierto, gracias a usted, ángulos nuevos de mi tránsito silencioso en la blogosfera y vértices distintos de la realidad que me rodea. Y por ello…

Declaro: El asombro, la magia, el entusiasmo, el ánimo, la certeza, el equilibrio, el calor, la ternura, el interés, la motivación, el cariño, el desconcierto (a veces), la admiración, la incertidumbre, la compañía, la empatía, la complicidad, el encanto, la simpatía y una larga lista de sensaciones, que no acompaño por extensa, que me produce el regalo que tiene usted la amable costumbre de hacer a pie de mis escritos y que me permite maravillarme contemplando la perturbadora metamorfosis invisible que ocurre en mis palabras cuando usted tiene a bien mirarlas con sus ojos y poner en ellas su propio mensaje, a veces, tan indeciso como el mío.

Solicito: Que, una vez meditado lo antes expuesto, rigurosamente cierto y salido a borbotones de mi puño y letra, tenga usted la deferencia de seguir dejando en este, su blog, trocitos de corazón como hasta ahora venía siendo habitual. Que disculpe a este torpe tecleador por no tener la sana costumbre, ni la capacidad ni el tiempo necesarios, para responder como se merecen sus atentos comentarios, que son las luces que más brillan en este firmamento virtual y digitalizado. Que siga teniendo la benevolencia de encontrar el momento preciso para visitar este rincón perdido. Que sea comprensivo con mi manía de tenerlo todo desordenado y manga por hombro. Y, en fin, que me conceda la gracia de un brindis sonoro, que aliente mi deseo de que lo que el azar ha unido aquí tantas veces, no lo separe el hombre.

Agradeciendo de antemano la cortesía con que recibirá mi petición largamente meditada y humildemente expuesta, me despido de usted deseando impaciente un próximo encuentro…

Suyo afectísimo seguro servidor, Instanteca.

A LA AMABLE DE ATENCIÓN DE:

TODAS LAS PERSONAS QUE SE EMPEÑAN EN VISITAR ESTE BLOG Y ME HACEN DISFRUTAR CON SUS COMENTARIOS.