Esto son cuatro palabras. A las que añado, no sé si por inercia o por una fuerza interior que me lo dicta, otras veinte.

Sólo digo tres y avanzo pasitos por otro renglón, hasta que alcanzo la idea evidente tras la número diecinueve.

No me gusta contar los instantes. Seis palabras para decir lo más importante, siete para dejarlo claro y once para que no quepa duda. Cuatro para esta pausa.

No me gusta contar palabras, prefiero que sean ellas las que me cuenten a mí.

Cien palabras para un instante. Cien palabras, dichoso número. Hubiera preferido que desearas mil.