Martes
Nada más aparecer en pantalla la foto que me había enviado mi amiga, la vi con mis propios ojos. Estaba allí, igualita que hace diez años, tal y como yo la recordaba.
Inmediatamente quise confirmación y le pregunté a mi amiga que quién era la chica que aparecía con ella en la foto.
Una amiga, compañera de estudios, y se llama igual que yo respondió un tanto sorprendida.
Hice mis cuentas y no, era demasiado joven para ser ella. Pero se le parecía tanto que el corazón me hizo un amago de sobresalto.
Miércoles
Pasé por el salón mientras llevaba platos y vasos para la cena. La televisión estaba encendida en modo niño (o sea, a toda voz y sin que nadie la viera) así que no pude evitar escuchar aquella chica que leía una carta.
Me gire hacia la pantalla y allí estaba, igualita que hace diez años, hablando con la misma voz con que yo la recordaba. Era un anuncio en el que personas anónimas van leyendo por trozos una carta y ella fue la primera. Esperé por si salía otra vez, pero no, no hubo suerte.
No podía ser, demasiada casualidad. No obstante, marqué el número de mi amiga y le conté lo sucedido. Ella, sin darle ninguna importancia más bien incómoda con mi llamada, me dijo que sí, que ya había visto antes ese anuncio y que la muchacha en cuestión se parecía un poco a su compañera de estudios.
Jueves
En la puerta del supermercado, después de un rato de no encontrar lo que buscaba, yo salía con las manos vacías y ella entraba.
Al verme pareció muy sorprendida y sonrió mientras se acercaba. Había cambiado, diez años dejan rozaduras de vida en todos los mortales, pero no me cupo ninguna duda.
Nos abrazamos con ese cariño que siempre se queda encendido aunque uno crea haberlo apagado, nos deshicimos de la prisa y departimos casi eufóricos, pegados a la pared de la entrada, durante un buen rato.
Seguía siendo muy hermosa, con aquellos ojos abiertos y expresivos que parecían quererte descubrir el alma. De su voz susurrante seguía brotando una cierta clase de magia y yo no quería que se acabara nunca el hechizo.
Pero cada vida tiene que seguir su camino y llegó el momento de despedirse. Besos que saben a pasado y promesas de contacto que no se cumplirán. Pero antes del hasta pronto, se puso risueña y me dijo:
—¿Sabes lo más curioso?
—Cuéntame.
—Que precisamente hace un par de días que soñé contigo, aunque no recuerdo qué. Una tontería, no me hagas caso, no sé porque te lo he dicho.
* * * * *
¿No te ha ocurrido nunca que pensaste en alguien con vehemencia y al poco tiempo apareció? Quizá dejemos un rastro en los demás y alguna clase de energía se conecta o fuerzas astrales que se reclaman a contracorriente.
Sería maravilloso que existiese esa comunicación de los espíritus, de modo que, cuando dos personas piensen mutuamente la una en la otra, se genere algún tipo de fractura en el azar a través de la cual pudieran verse.
Yo pienso demasiado en ti. Tanto, tanto, que podría decir que siempre. Pero… tú… ¿en quién piensas que no apareces?