Es tarde… Voy de prisa por la vida. Y mi risa es alegre, aunque no niego que llevo prisa.
(Retrato, Manuel Machado)
Prefiero ir despacio que andar con prisa. Pasitos cortos, con todo a cuestas, como tortuga de tierra. Tiene que darme tiempo a ver cómo se extingue la hoguera en la que quemo mis naves.
Me gusta disfrutar del camino, todo recto, a donde me lleve. De vez en cuando una curva, según el viento. Pero eso sí, muy despacio, para que me dé tiempo a saber en dónde y con quién estoy pisando.
Pienso mucho cada paso, me cuesta levantar el pie y no perder el equilibrio si no hay alguien a mi lado. Nunca traspaso umbrales a los que antes no me hayan invitado. Y sólo entro a lugares en los que pueda quedarme de algún modo, porque, para dar pasos prestados, prefiero tropezar en la calle yo solo.
El final es el mismo, la meta ya está programada desde la partida. ¡Qué más da el trayecto que se siga, si siempre se acaba perdido!
No importa el tiempo que tardo en el camino, no me duelen las cosas que se supone que pierdo por no correr más… Voy despacio por la vida. Y mi risa es alegre, aunque no niego que, algunas veces, para no perderte, he deseado saber volar.
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