Antiguos conocidos de la infancia, amigos de nuestros hermanos y hermanos de nuestros amigos, vecinos propiamente dichos y otros adquiridos por razón de doble residencia, compañeros de trabajo presentes y pasados, transeúntes conocidos, clientes asiduos al bar del desayuno, personajes nocturnos del paisaje de las copas, ex-novios o ex-novias y su séquito de amigos.
Dependientes de la carnicería, asesores fiscales que nos sacaron de un apuro, compañeros del viaje organizado que hicimos el verano del ochenta y uno. Todos los que estudiamos en la misma clase, los colegas de la mili que nos cambiaban las guardias y los componentes de nuestra pandilla adolescente, aunque acabáramos peleados por asuntos de faldas.
Correligionarios de partido, de sindicato, de asociación de vecinos o de ONG, los del equipo de fútbol de la peña en la que jugamos los domingos, consuegros, clientes habituales, ex-cuñados, compañeros de nuestros hijos y el mecánico que siempre nos coge el coche aunque tenga el taller atestado de vehículos.
Colegas de profesión o de afición, contactos del messenger o del skype, visitantes del blog, blogueros que visitamos, los colegas de los colegas, dentistas, ginecólogos y matronas, la peluquera de la familia, el cura que nos casó, ex-vecinos simpáticos y todos los maestros varios que tuvimos a lo largo de la vida y que aún vemos con ojos de niño cuando nos los tropezamos.
Amores platónicos y otros que no lo fueron tanto, enredadores y celestinas, correveidiles de las novias con los que nos mandaban la razón de que seguro que les gustábamos. El portero del cine de verano que nos dejaba pasar a hurtadillas, el dueño del kiosco en el que compramos los sábados el periódico. También su hermano, que venía a sustituirlo cuando le daba la alergia. ¡Ah! Se me olvidaba. Y también Serrat, aunque no tengo el gusto de conocerlo de cerca.
Este es el catálogo extenso seguro que se me olvida alguien de todos los que llamo amigos. Podrías pensar que soy injusto contigo, que tu sitio está por encima de esa lista tan larga. Y es cierto, no lo dudes, pero quiero que sepas que les llamo amigos con mucho respeto. Porque, aunque aún no lo sean del todo, recuerda que hubo un tiempo en el que nosotros también fuimos eso que son ahora conmigo. Tú y yo, también, estuvimos entre ellos.
Por eso y porque no hay nada grande en este mundo que, alguna vez, no haya sido pequeño.
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