(para Sherezade)
De estos mil días, de sus mil noches, se podría extraer una vida inmensa escrita de izquierda a derecha como las páginas de un libro. En el que no haya un renglón que no esté vivo, ni una palabra estéril, ni un pensamiento perdido.
Te trajo pálida el azar, antes de que te diera tiempo a preguntar en dónde te habías metido. Tú te arrepentiste antes incluso de empezar, pero no tuve que esperar a que quisieras irte para saber de mi suerte al haberte conocido.
Me enredaste en aquellas historias al oído como sólo el mar puede derretirse en ruido dentro de una caracola. Me llevaste a tu lado, en tus alas de mariposa, por aires de letras que aún me mantienen vivo persiguiendo estrellas y atrapando sombras.
Mil noches llevas escribiéndome besos en los labios. Mil universos presos se me derraman tras tus pasos. Mil noches de azar y de suerte que, aunque son dos cosas bien diferentes, siempre vinieron juntas de tu mano.
Quiero invocar esta noche tu ayuda, tu consuelo en mi delirio, para que conmutes mi pena, para ignorar el maldito final de este libro y borrar los augurios del cielo que dicen que mañana será la última noche que nos vemos.
Para romper en tu nombre la frontera de las mil y una, y quemarla con este deseo infinito de que aún te quedes conmigo, por lo menos, otras mil noches y luna.
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