Esta historia no tiene nada de especial, nada de imprevisible. Es como la de mucha otra gente que dice las cosas que siente y después siente las cosas que dice.
Todo empezó como siempre empieza, deseando lo que no se tiene. Se desea con tanta fuerza, con tanta urgencia, se gasta tanta energía que sale de dentro, que luego no queda suficiente para mantener el deseo.
Así se difuminan las cosas, cuando la vida las alcanza y procesa tu tiempo y te las devuelve como un eco que rompe cabezas cuando parece que ya sólo se tiene lo que no se desea.
La palabra es un bumerán que te devuelve todo lo que le das. Pero nunca te lo retorna igual que lo diste porque nada es lo que parece y todo se transforma y todo se convierte. Nada se le resiste.
Por eso se empieza escribiendo en lo que se piensa pero, tarde o temprano, se acaba pensando en lo que se escribe.
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