Cuando más necesito dormir, cuando más concienciado estoy de acostarme pronto para no levantarme desecho y de mal humor como casi siempre, más reluces en mi pensamiento con tu sonrisa contagiosa y fresca. Cuanto más fuerte cierro los ojos y la imaginación, más rápidamente rompes los sellos de la conciencia y entras en ella como por tu casa, para darme una vuelta que acaban siendo un ciento.

Cuanto más me resisto, más impaciente espero tu regreso. Cuanto más me esfuerzo en olvidarte, más cerca te tengo. Cuanto más me alejo de tu camino, más seguro estoy de querer volver al principio. Cuanta más paz deseo, más me gusta tu ataque cuerpo a cuerpo nocturno, intangible y sorpresivo.

Por eso esta noche me quiero dar por vencido. Me abandono a tu suerte y acepto el desafío de esperar tu visita completamente despierto. He dejado abiertas de par en par las ventanas del corazón, la puerta de casa sin cerrar y una música suave para que no te pierdas por el camino.

Visítame esta noche. Me lo tienes prometido.