Han sido mil y una noches de otra vida, de luna y laberinto, de palabras y de versos. Mil y una noches de un vértigo que me ha cambiado por dentro. Podría intentar explicar lo que ha significado para mí, pero no quiero extenderme mucho. No me gustan las despedidas largas, porque le añaden sufrimiento inútil al olvido que viene.

Estoy seguro de que volveremos a vernos en alguna parte, en algún momento, aunque sólo sea un instante, cuando al azar se le crucen los cables y saque de la chistera otro conejo.

Sonríeme entonces. Sonríele a mi recuerdo. Esa será la señal inequívoca de aún queda entre nosotros algún secreto.

Gracias es una palabra que se me queda corta, pero no sé decirlo de otro modo. Gracias por todo…

Instanteca