Instrucciones:
Resuma en este espacio todo lo que ha aprendido hasta este verano de cada materia. Tiene cinco minutos de plazo. Procure hacerlo con buena letra.
Respuesta:
De matemáticas he aprendido que dos es más que uno más uno y que si se dividen las penas es más fácil sobrellevar el resto. Que tres por dos no es una cuenta, sino una oferta del supermercado. Que decir cuatro por cuatro, no es pensar en el comercio justo, sino en un todo—terreno. Y que para sumar cántaras de leche hay que mirar primero en dónde se ponen los pies.
De geografía ahora sé que el mundo ha encogido y que ya no mide ochenta días. Que Plutón es un planeta jubilado que se ha quedado en cuerpo celeste y que el espíritu olímpico grita mucho, pero es un gas inerte. Que pintar fronteras con sangre es un negocio boyante que nunca está en crisis.
También he aprendido cosas de ciencia, por ejemplo que, aunque nos vean más gordos, los espejos nunca tienen anorexia; o que lo más caro no es el oro, ni el agua ni el petróleo, sino la tinta de una impresora y las patatas fritas de bolsa. Que es mucho más grave que el efecto invernadero, y más invisible, la deshumanización del planeta y la hambruna insostenible.
La literatura es lo que tengo más flojo, pero he aprendido un poco. Que la poesía no es para el verano, que las novelas se venden por kilos y que la tecnología ha matado al diccionario. Y que además del punto final y el punto y seguido, también está el punto com, que es donde escribo.
Pero sobre todo he aprendido que sólo existe lo que sale por la tele. Que siempre hay un fin del mundo en la portada de cada diario y que, del árbol caído, sólo sabemos hacer leña. Que el ojo de Dios fue el primer el Gran Hermano y que por eso debe ser muy sano que nos vigilen con uniforme desde un satélite.
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