Especialmente en abril, sale al sol la margarita que, después de algunas citas, deshojamos sin querer. La poesía se musita con la piel en pie de guerra y las lágrimas dispuestas a dejarse el corazón. La música entonces suena y, sin saber de donde vienen, unos ojos que aparecen despiertan la primavera.
Se suplica al corazón que lleva usted colgando en carne viva y pintando el aire de colores, pásese por la oficina. Que el proyecto que soñaba tiene todos los permisos y en el salón de primavera bailan mil candidatos indecisos.
Yo también soy el viajero que, apostado en la salida, espera, por si la vida me regala una canción que me cure las heridas y me encienda los motores. Y me saque los colores que prefiero desprender. Para detener en los relojes el instante en que el azar se decida a combinar tus susurros, con mi nombre.
Se suplica al corazón que lleva usted colgando en carne viva y pintando el aire de colores, pásese por la oficina. Que el proyecto que soñaba tiene todos los permisos y en el salón de primavera bailan mil candidatos indecisos.
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