Dice el horóscopo que hoy tienen previsto los planetas hacerme una huelga de suerte. Que no terminan de encontrar el sitio para alinearse con mi vida y que prefieren iluminar otros caminos. Por si fuera poco, uno se ha ido de la casa del Sol dando un portazo, otro se olvidó las llaves con que abrir la de la Luna y los demás discuten por cuestiones de protocolo en el Ascendente.

Los posos del té verde que me tomé esta mañana no tienen buena pinta. Se han quedado mustios y roñosos emborronando el futuro de la porcelana. Tal vez puse poco azúcar o la tetera, que estaba medio dormida, pitó desafinando el agua.

Las cartas dicen que malo, malo. El Loco se ha escapado en El Carro y le ha tenido que cambiar La Rueda de la Fortuna por una de repuesto. El Mundo, que se me estaba quedando pequeño, ha salido boca bajo de la baraja haciendo tropezar a los otros Arcanos Mayores que, como era de esperar, ya no están para muchos trotes.

En las palmas de mis manos se están oscureciendo las líneas y, por más que me las lavo, la cosa no se aclara nada y todo va cada vez peor. Las runas se me perdieron al echarlas en la mesa, justo cuando las gemas me anunciaban un paisaje desolador.

Entonces, cuando maldecía mi mala suerte aporreando la pared, entraste en el salón con tu sonrisa de media luna. Alineaste los planetas con tu mirada desnuda, enderezaste con tus manos mi línea de la vida, recogiste las runas del suelo con un soplo de deseo. Con tus besos me arreglaste la Rueda de la Fortuna y no me dejaste ninguna duda de que hoy, precisamente hoy… hoy puede ser un gran día.

Y mañana también.